Übermensch tecnológico y existencia humana: reflexiones en un mundo caórdico




                                                                              1998, Le poids des ans

Por: Johanna Lastra

La noción del "Übermensch", o superhombre, que Friedrich Nietzsche nos presentó, no es simplemente la propuesta de un ser superior, sino una invitación a reevaluar y transgredir los valores establecidos en pro de una existencia más auténtica. Desde esta perspectiva, la contemporaneidad tecnológica nos confronta con una dialéctica intensamente nietzscheniana: ¿es la tecnología el vehículo que nos permitirá encarnar la figura del Übermensch o, por el contrario, nos sumirá en una nueva forma de nihilismo?

Nietzsche veía en la humanidad una tensión constante entre el Apolíneo y el Dionisíaco; el primero simbolizando el orden, la estructura y la razón, y el segundo la intuición, el caos y el éxtasis. La tecnología, con sus promesas de eficiencia, precisión y expansión de capacidades, parece ser una manifestación extremadamente apolínea. Sin embargo, ¿no reside también en sus profundidades un impulso dionisíaco? La capacidad de la tecnología de destruir y reconstruir, de sumirnos en realidades virtuales y alterar nuestras percepciones, ¿no es acaso una expresión de ese caos y éxtasis dionisíaco?

El verdadero desafío, desde una perspectiva nietzscheniana, no es tanto si la tecnología puede potenciar o limitar nuestras capacidades, sino cómo puede reconfigurar nuestra relación con el mundo, con los demás y con nosotros mismos. Si la voluntad de poder, como sostenía Nietzsche, es la fuerza motriz fundamental del ser humano, entonces la tecnología se presenta como una herramienta ambivalente. Por un lado, amplifica nuestra capacidad de dominar el mundo exterior, de alterar nuestro entorno a nuestra imagen y semejanza. Pero, por otro lado, corre el riesgo de convertirnos en esclavos de nuestros propios artefactos, de alienarnos de nuestra esencia en una paradoja donde nuestra herramienta de dominación nos domina.

Nietzsche, en su crítica a la moral judeocristiana, sostenía que el hombre había matado a Dios para erigirse en su lugar. En el contexto tecnológico, uno podría preguntarse si no estamos en un proceso similar: al buscar crear inteligencias y entidades que nos superen, ¿no estamos intentando crear un nuevo dios, uno hecho a nuestra imagen, pero libre de nuestras limitaciones?

El camino hacia el Übermensch tecnológico es incierto. Si bien la tecnología tiene el potencial de liberarnos, también puede encadenarnos a un nuevo tipo de sometimiento. La invitación de Nietzsche, entonces, es a ejercer una voluntad de poder auténtica, no solo sobre el mundo, sino sobre nosotros mismos, para que en la era digital no perdamos de vista nuestra aspiración más profunda: la superación constante y la reafirmación de la vida en todas sus manifestaciones.

El desafío de la existencia humana en la era digital: una reflexión desde Heidegger y Nietzsche

Nos encontramos en un punto de inflexión histórico donde la tecnología, con su alcance omnipresente, no solo modifica nuestras prácticas diarias, sino que interpela la estructura misma de nuestra existencia. Martin Heidegger, en su meditación sobre el "ser en el mundo", concebía al ser humano en una relación intrínseca con su entorno, un ser que encuentra significado en su interacción con el mundo. Pero, ¿cómo se transforma esta interacción, y con ella nuestra esencia, cuando el mundo se ve cada vez más mediado por lo digital?

La tecnología, en su imbricación con lo cotidiano, no solo afecta nuestras acciones, sino también nuestra capacidad para encontrarnos auténticamente y comprender nuestra existencia. Se extiende más allá de ser una simple herramienta y se convierte en un espejo que refleja, distorsiona y a veces redefine nuestra percepción del "ser". Este fenómeno lleva a un cuestionamiento crucial: a medida que nos adentramos en la simbiosis digital, ¿logramos una expresión más completa de nuestro ser o nos alienamos de nuestra autenticidad?

Nuestra posición cósmica también se ve redefinida en este nuevo milenio tecnológico. Frente a un panorama en el que las máquinas y algoritmos toman decisiones, aprenden y hasta crean, el ser humano se enfrenta al dilema de su propio lugar en el orden del universo. ¿Somos arquitectos de este nuevo cosmos digital o simples habitantes en la vastedad de un espacio dominado por la inteligencia artificial?

Aunque visiones optimistas de la tecnología nos pintan un futuro en el que humanos y máquinas coexisten en armonía, el espectro de una "obsolescencia humana" es una posibilidad que no puede ser ignorada. En este escenario, no solo se pone en juego nuestra relevancia, sino nuestra propia identidad. ¿Quiénes somos si las máquinas pueden emular, o incluso superar, nuestras capacidades cognitivas y emocionales?

Este escenario nos exige repensar conceptos que han sido pilares de la reflexión filosófica: identidad, autonomía, valor y ética ya no son temas de especulación, sino dilemas concretos que enfrentamos en nuestra convivencia diaria con la tecnología. Es un llamado a la reflexión profunda y al entendimiento de que, en esta era digital, la filosofía no es un lujo, sino una necesidad vital, que se manifiesta en múltiples dimensiones, a saber:

·         Identidad: A medida que la biotecnología nos permite reemplazar o mejorar partes de nuestro cuerpo y cerebro con implantes cerebrales, surgen preguntas inquietantes. ¿En qué momento de este continuo tecno biológico dejamos de ser "humanos"? ¿Existe un límite intrínseco a nuestra esencia humana, o estamos en un proceso de redefinición perpetua?

     Autonomía: La era digital, marcada por la neurociencia y la nanotecnología, ha dado lugar a dispositivos capaces de influir en nuestros pensamientos y emociones. Ante esta realidad, cabe preguntarse si en la escalada de avances científicos, mantendremos un libre albedrío en su sentido más puro o bien, ¿estaremos a merced de algoritmos que guiaran nuestras decisiones y sentimientos, o seguiremos siendo los arquitectos de nuestro destino?

·    Valor Humano: En un mundo donde la inteligencia artificial tiene el potencial de emular o incluso superar nuestras habilidades, surge una reflexión profunda sobre el valor intrínseco del ser humano. Si las máquinas pueden realizar todas nuestras funciones, ¿qué nos distingue? ¿Qué significa el "valor" de lo humano y del ser humano, en un mundo dominado por máquinas?

·   Ética y Moral: La relación entre humanos y máquinas trasciende la dimensión tecnológica para adentrarse en un debate ético-filosófico. Es imperativo considerar criterios éticos y morales en el desarrollo, implementación y uso de la inteligencia artificial. No obstante, el panorama se complica cuando imaginamos una máquina desarrollando su propio sentido de moralidad, que podría divergir o incluso contradecir nuestro sistema de valores.

·   Lejos de circunscribir los avances tecnológicos al binomio economía-tecnología, la relación entre humanos y máquinas implica un cuestionamiento sobre nuestra identidad, propósito y posición en el cosmos. Esta reflexión se profundiza al considerar fenómenos emergentes como socialización en el metaverso o discriminación algorítmica. Dominios que aunque diferentes, convergen en implicaciones éticas y filosóficas sobre nuestra esencia y misión en esta nueva era.

Desafíos derivados de la convergencia humano-tecnología

Desde implantes que mejoran nuestras habilidades sensoriales hasta interfaces cerebro-máquina que nos permiten controlar dispositivos con el pensamiento, estamos presenciando una convergencia sin precedentes entre humanos y tecnología, en una simbiosis que propone una evolución, un paso hacia el "Übermensch tecnológico", atestado de interrogantes sobre si en el proceso de innovación y desarrollo tecnológico, ¿estamos, a su vez, renunciando a parte de nuestra humanidad?

·        Biotecnología

La biotecnología, que abarca desde la edición genética hasta órganos creados en laboratorios, promete revolucionar la salud y la concepción de la longevidad, al mismo tiempo que presenta dilemas sobre ¿hasta qué punto debemos modificar la genética humana? ¿Qué significa "mejorar" al ser humano, y quién decide qué mejoras son deseables o éticas?, mientras las líneas entre lo natural y lo artificial se hacen cada vez más difusas, planteando el riesgo de crear nuevas desigualdades, como las desigualdades biológicas, a partir de desigualdades existente, fundadas en el acceso a "mejoras genéticas", por criterios de riqueza o estatus social.

·         Metaverso

El metaverso, un universo virtual con todas las amenidades del universo real, plantea preguntas sobre la dualidad de nuestra existencia. ¿Qué ocurre si pasamos más tiempo inmersos en realidades virtuales, que en la realidad física-material? ¿dónde reside nuestra verdadera estabilidad e identidad como seres humanos? Considerando que, estas realidades digitales, al ser construidas por humanos, no están exentas de sesgos, ¿podrían estas inmersiones virtuales llevar a la creación de espacios que perpetúen estereotipos o desigualdades existentes en el mundo real? De ser así, quién regulará y/o mitigara los efectos de lo virtual sobre el mundo real?

·       Supremacía algorítmica

Los algoritmos, aunque matemáticamente neutros, se alimentan de datos que pueden estar imbuidos de prejuicios humanos, lo cual puede llevar a decisiones sesgadas que afectan negativamente a grupos de por si vulnerables, como adultos mayores, mujeres, etc.

·        Neurociencia

La neurociencia busca desentrañar los misterios más profundos de nuestra mente y conciencia, a través de herramientas que pueden mapear, y potencialmente manipular, nuestros procesos cerebrales, frente a lo cual surgen preguntas sobre la privacidad, la autonomía y la esencia del libre albedrío. ¿Qué sucede cuando nuestras más íntimas reflexiones ya no son privadas? ¿O cuando nuestras decisiones pueden ser influenciadas sin nuestro conocimiento?, ¿estamos preparados como sociedad para hacer frente a estos desafíos, sin una adecuada reflexión ética y filosófica sobre el ser y el deber ser?

·         Nanotecnología

La nanotecnología, con su capacidad de manipular materiales a nivel molecular o atómico, ofrece posibilidades casi ilimitadas en medicina, energía y otras áreas. Sin embargo, también trae consigo preocupaciones sobre la seguridad, la manipulación no ética del cuerpo humano y el medio ambiente, así como el potencial uso indebido de esta tecnología por gobiernos y empresas privadas, en áreas tan sensibles como desarrollo de armamento o políticas de vigilancia estatal.

Estas y otras reflexiones, más que necesarias, son imprescindibles, ya que a medida que avanzamos en el siglo XXI, la relación entre humanos y tecnología va más allá de la mera convergencia física. Es una intrincada danza entre esencia humana, ética, e infinitas posibilidades de desarrollo, en el cual, a cada paso, debemos preguntarnos no solo "¿qué podemos hacer?", sino también "¿qué debemos hacer?" para asegurar la existencia humana. 

Mientras navegamos en aguas desconocidas, es esencial abordar estos temas con un profundo sentido de responsabilidad y respeto por la dignidad humana, independientemente de cuán entrelazada esté con la tecnología, a la vez que se va definiendo el camino hacia ese "Übermensch Tecnológico”, en un mundo cada vez más caórdico.

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